Bienvenido ávido lector, te aventuras a entrar en un mundo que (me veo en la obligación de advertirte) puede sobrecogerte.
¨¡Bah, exageras!¨ pensarás y puede que no te falte razón, pero mi deber es transmitirte que estás a punto de cruzar el umbral de la cordura y la decencia para sumergirte en una dimensión en la que las reglas del juego que conoces no sirven.

Yo te acompañaré, si te decides a cruzar. Aunque no sé si eso debería tranquilizarte o alamarte más.
No correrás más peligro que el que tú decidas y no iremos más allá de lo que desees. Tu criterio será siempre el que marcará la frontera, pero has de ser cauto y no confiar ciegamente en él, pues puede que allá a donde te diriges se vea alterado sin saberlo.

Si te crees preparado has de saber que existe una norma para todo el que emprende ese viaje, es una regla clara y sencilla en su planteamiento, pero más difícil de cumplir de lo que parece: En cuanto pases de este punto has de ir con la mente abierta, no has de compartir nada de lo que veas salvo si es tu voluntad, como te he dicho tú decides, ni tan si quiera e pedimos que lo entiendas, sólo que lo respetes nada más.

¿Qué me dices? ¿Continuamos?

sábado, 15 de enero de 2011

La muerte tenía un precio y no era caro

¨Este es un pequeño fragmento de un libro que estoy escribiendo, aún no sé como encajará en la historia, pero hace un par de día a Pantxo y a mí nos surgió la idea de que la muerte se pudiera contratar y me puse a escribir, espero que os guste¨

... y cuando parecía que todo estaba perdido y que no solución para nosotros, en ese preciso instante vino la muerte a llevárselo. Nunca había visto a la muerte antes, no había tenido la oportunidad hasta ese momento. Era más alta de lo que me esperaba, era realmente un ser majestuoso. Rondaba los 2 metros, su túnica era de un negro brillante (realmente precioso pensé) y para estar únicamente compuesta de huesos era bastante guapo (a pesar de ser conocida como ¨LA muerte¨ siempre me he inclinado más a pensar que era macho , además tenía una voz muy varonil).

Al llegar se dirigió al que hasta ese momento parecía que iba a ser nuestro verdugo (aunque hablar de verdugos en presencia de la muerte hace que esa palabra pierda bastante el sentido) y le dijo con voz clara y bastante sensual para lo que se podría suponer:

-Es tu hora, de hecho ya llegamos tarde- Tras decir eso se giró hacia nosotros y con lo que parecía ser una cálida sonrisa (en caso de una calavera es difícil de saber)y nos dijo- Tenemos algo de prisa, pero si deseáis acabar con lo que estábais haciendo, no tengo inconveniente. Si prometeis que será rápido, claro.

-No, no; no se preocupe, si esto era un asunto vanal. Continuen por favor, no quisieramos entretenerlos. Por cierto, si me permite, he de decirle que es un ser bastante más atractivo de lo que se suele contar.- Dije con todo el aplomo que me quedaba.

-Vaya gracias. no suelo oír muchos cumplidos, generalmente la gente sólo corre y grita en cuanto me ve. Eres muy amable y por favor tuteame, me haces sentir mayor. En fin no nos podemos entretener.- Se giró para su nueva adquisición y perdiendo ese tono dulce en la voz que hasta ahora le había caracterizado pronunció un seco- ¡Vamos!

-Yo sí quiero acabar lo que estábamos haciendo- Dijo el condenado mientras nuestras caras adquirían un color blanquecino, tenía la esperanza de que con el susto se le pasase el empecinamiento en matarnos.

-¡Tú calla! Que por tu culpa llevo retraso, sabías perfectamente dónde y a qué hora debíamos habernos encontrado, te mandé un mail y sé que lo leiste. No me hagas enfadar o echo una papeleta con tu nombre para el sorteo de los 100 años de castigo divino que hay mañana y creeme, lo de divino es sólo un nombre comercial.

Y mientras caminaban se desvanecieron poco a poco, un espectáculo digno de ver.

Tiempo después me enteré de que la muerte además de su trabajo como funcionario aceptaba también encargos a nivel personal. Sus tarifas eran adsequibles y su trabajo eficiente. Por lo visto el título de la película ¨la muerte tenía un precio¨ no estaba tan equivocado como podía parecer.
Resulta que más de un año antes de este suceso la muerte había sido contratada para ocuparse de nuestro ¨amigo¨, los que la contrataron pretendían eliminarlo al día siguiente, pero la muerte tenía una agenda muy ocupada, por lo tanto, debería haber rechazado el trabajo. Pero como se trataba de una persona que no le agradaba mucho y los contratantes pagaban bien, decidió asignar al futuro muerto una enfermedad terminal de la que se enterearía al día siguiente e ir a buscarlo cuando tuviera un hueco, pero el caso se le había traspapelado y tardó más de lo apropiado. Esto explica porque el cadaver de nuestro ¨amigo¨ perseguidor tenía un aspecto tan poco saludable e incluso por qué llevaba puesta una bata de hospital.
El cómo llegué a conocer los servicios que presta la muerte y para qué lo descubrí es un tema que os incumbe demasiado

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