Bienvenido ávido lector, te aventuras a entrar en un mundo que (me veo en la obligación de advertirte) puede sobrecogerte.
¨¡Bah, exageras!¨ pensarás y puede que no te falte razón, pero mi deber es transmitirte que estás a punto de cruzar el umbral de la cordura y la decencia para sumergirte en una dimensión en la que las reglas del juego que conoces no sirven.

Yo te acompañaré, si te decides a cruzar. Aunque no sé si eso debería tranquilizarte o alamarte más.
No correrás más peligro que el que tú decidas y no iremos más allá de lo que desees. Tu criterio será siempre el que marcará la frontera, pero has de ser cauto y no confiar ciegamente en él, pues puede que allá a donde te diriges se vea alterado sin saberlo.

Si te crees preparado has de saber que existe una norma para todo el que emprende ese viaje, es una regla clara y sencilla en su planteamiento, pero más difícil de cumplir de lo que parece: En cuanto pases de este punto has de ir con la mente abierta, no has de compartir nada de lo que veas salvo si es tu voluntad, como te he dicho tú decides, ni tan si quiera e pedimos que lo entiendas, sólo que lo respetes nada más.

¿Qué me dices? ¿Continuamos?

miércoles, 9 de febrero de 2011

Miedo

No voy a contaros como el pequeño Jimmy se perdió en el bosque en medio de una acamapada con terribles consecuencias; ni la horrbile historia de la maldición que persiguió a unos profanadores de tumbas en Egipto tras encontrar la del faraón Abedul XXV.

No, voy a algo mucho más sencillo, mucho menos espectacular. Al miedo común, al que sentimos todos, pero cada uno a su manera. Todos tenemos miedos, los hay muy distintos y variados, pero son miedos al fin y al cabo. Los hay que temen las arañas, otros la oscuridad, uno de los más comunes y extendidos es el miedo a la muerte que tiene como amigos a otros miedos muy habituales como el miedo a envejecer o el miedo a no ser recordado. Gran parte de las obsesiones del ser humano tienen mucho que ver con los miedos, que nos condicionan y configuran en lo que somos.

Yo siempre he sido una persona más bien cobarde. No porque tenga muchos miedos, supongo que más o menos como todos. Sino porque permito que estos miedos me condicionen y me impidan hacer lo que quiero. No lo digo para dar pena, es únicamente culpa mía. La vida es una cuestión de elcciones y yo puedo elegir entre hacer lo que quiero aunque me supongo el esfuerzo de enfrentarme a mis miedos o quedarme mirando la vida pasar, si hago una elección inadecuada no puedo culpar a nadie más que a mí mismo.

Pues bien, en mi caso, hay un miedo en particular que me abruma por encima de todos los demás y me dispongo a confesarlo (total este blog lo ve menos gente que CNN+). Me aterroriza el fracaso, me da pánico, me paraliza de un modo literal. Esta es la conclusión a la que he llegado y es que no puedo explicar de otra manera mi continua pasividad ante cosas que no sólo debo sino que quiero hacer.
LLega a puntos tan extremos mi terror que creo que el llevar 8 años en una carrera relativamente fácil (que nadie se ofenda, sólo hablo de mi nivel de trabajo) es una manera de no tener que enfrentarme a un mundo en el que pueo no conseguir lo que llevo toda la vida dando por hecho. Tan terrible es mi pánico que creo que puedo ir incluso más allá y tengo la teoría de que elegí esta carrera para poder tener una disculpa a pasarme años en ella, porque como no me gusta...
Va tan lejos mi pavor que cuando intento hacer algo para superar esa pasividad que me caracteriza y organizarme intercalando con mis deberes cosas que me gustan, como escribir, practicar magia, ver cine, leer, etc, de repente no me apetece hacer esas cosas para así evitar tener que hacer lo demás y evitar también el identificarme tanto con esas cosas que pueda sentirme fracasado con ellas.
Es tan grave mi pánico que cuando llevo un par de semanas publicando en el blog y me siento contento por ello y con ganas busco disculpas internamente para no seguir haciéndolo, no sea que me de ánimos para hacer más cosas.

Podría poneros miles de ejemplos más, pero no quiero entristecerme para el resto del día, ni resultar demasiado redundante y creo que se ha captado la idea; así que prosigamos introspectiva por otros derroteros.
Ahora llegamos al punto de la paradoja, pues sintiendo este miedo profundo que me bolquea y paraliza lo lógico, lo normal, es que me sintiera profundamente desesperanzado, que fuera una persona tendiente a la autocompasión (que aunque lo parezca en este post no es así), pero sin embargo soy un optimista empedernido y creo que eso es otro engaño más de mi subconsciente (no os equivoqueis, me encanta ser optimista), que sabe que en caso de dejarme sumir en la desesperación llegaría a un punto de inflexión. El caso es que estoy tan convencido de que al final todo saldrá como debe que no hago nada, porque ya se arreglarán las cosas, supongo y sino, bueno ya buscaré algo.
Pero esa no es la paradoja más grave, está el hecho de que pensando todo esto también me siento un fracasado, es más me avergüenzo de mí mismo, lo cual, creedme, es un sentimiento terrible, pero no peor que pensar que al final de tu vida la habrás desperdiciado y que aún sabiéndolo no harás nada al respecto. Entonces, llegado a esta conclusión ¿por qué no haga nada? sí vale lo intento, pero no llego a ningún lado. ¿Por qué no estoy convencido para hacer lo que haga falta? No os imaginais como envidio a la gente que tiene claro lo que quiere y lucha por ello hasta la extenuación, porque en ese caso da igual que lo consigas o no, podrás sentirte bien contigo mismo.

En fin suopngo que nadie lo leerá, pero si alguien lo hace que no se deje influenciar mucho, supongo que necesitaba decirlo, pero os prometo que en la próxima entrada o la próxima vez que os vea seré de nuevo el loco que intenta hacer gracia a todo el mundo, en eso sí que nunca fallo.

sábado, 15 de enero de 2011

La muerte tenía un precio y no era caro

¨Este es un pequeño fragmento de un libro que estoy escribiendo, aún no sé como encajará en la historia, pero hace un par de día a Pantxo y a mí nos surgió la idea de que la muerte se pudiera contratar y me puse a escribir, espero que os guste¨

... y cuando parecía que todo estaba perdido y que no solución para nosotros, en ese preciso instante vino la muerte a llevárselo. Nunca había visto a la muerte antes, no había tenido la oportunidad hasta ese momento. Era más alta de lo que me esperaba, era realmente un ser majestuoso. Rondaba los 2 metros, su túnica era de un negro brillante (realmente precioso pensé) y para estar únicamente compuesta de huesos era bastante guapo (a pesar de ser conocida como ¨LA muerte¨ siempre me he inclinado más a pensar que era macho , además tenía una voz muy varonil).

Al llegar se dirigió al que hasta ese momento parecía que iba a ser nuestro verdugo (aunque hablar de verdugos en presencia de la muerte hace que esa palabra pierda bastante el sentido) y le dijo con voz clara y bastante sensual para lo que se podría suponer:

-Es tu hora, de hecho ya llegamos tarde- Tras decir eso se giró hacia nosotros y con lo que parecía ser una cálida sonrisa (en caso de una calavera es difícil de saber)y nos dijo- Tenemos algo de prisa, pero si deseáis acabar con lo que estábais haciendo, no tengo inconveniente. Si prometeis que será rápido, claro.

-No, no; no se preocupe, si esto era un asunto vanal. Continuen por favor, no quisieramos entretenerlos. Por cierto, si me permite, he de decirle que es un ser bastante más atractivo de lo que se suele contar.- Dije con todo el aplomo que me quedaba.

-Vaya gracias. no suelo oír muchos cumplidos, generalmente la gente sólo corre y grita en cuanto me ve. Eres muy amable y por favor tuteame, me haces sentir mayor. En fin no nos podemos entretener.- Se giró para su nueva adquisición y perdiendo ese tono dulce en la voz que hasta ahora le había caracterizado pronunció un seco- ¡Vamos!

-Yo sí quiero acabar lo que estábamos haciendo- Dijo el condenado mientras nuestras caras adquirían un color blanquecino, tenía la esperanza de que con el susto se le pasase el empecinamiento en matarnos.

-¡Tú calla! Que por tu culpa llevo retraso, sabías perfectamente dónde y a qué hora debíamos habernos encontrado, te mandé un mail y sé que lo leiste. No me hagas enfadar o echo una papeleta con tu nombre para el sorteo de los 100 años de castigo divino que hay mañana y creeme, lo de divino es sólo un nombre comercial.

Y mientras caminaban se desvanecieron poco a poco, un espectáculo digno de ver.

Tiempo después me enteré de que la muerte además de su trabajo como funcionario aceptaba también encargos a nivel personal. Sus tarifas eran adsequibles y su trabajo eficiente. Por lo visto el título de la película ¨la muerte tenía un precio¨ no estaba tan equivocado como podía parecer.
Resulta que más de un año antes de este suceso la muerte había sido contratada para ocuparse de nuestro ¨amigo¨, los que la contrataron pretendían eliminarlo al día siguiente, pero la muerte tenía una agenda muy ocupada, por lo tanto, debería haber rechazado el trabajo. Pero como se trataba de una persona que no le agradaba mucho y los contratantes pagaban bien, decidió asignar al futuro muerto una enfermedad terminal de la que se enterearía al día siguiente e ir a buscarlo cuando tuviera un hueco, pero el caso se le había traspapelado y tardó más de lo apropiado. Esto explica porque el cadaver de nuestro ¨amigo¨ perseguidor tenía un aspecto tan poco saludable e incluso por qué llevaba puesta una bata de hospital.
El cómo llegué a conocer los servicios que presta la muerte y para qué lo descubrí es un tema que os incumbe demasiado

martes, 11 de enero de 2011

100 formas de hacer el amor sin practicar sexo

Sé que el título puede resultar algo contradictorio y cuando os de la explicación, puede que algo decepcionante.
A los que estuvieran pensando en una nueva aplicación que sumar a su banco masturbatorio, me veo en la obligación de decirles que se irán decepcionados. Las que creyeran que estoy abogando por que sus novios las traten con más cariño y ternura a la hora de tener relaciones, lamento comunicarles que no se trata de eso.

Vayamos a la expresión ¨hacer el amor¨ desde luego el verbo hacer implica crear algo y por otro lado amor tal como nos indica la RAE en su primera acepción quiere decir ¨sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser¨. Por lo tanto podríamos decir que hacer el amor es crear un sentimiento de necesidad de unión con otro ser.
Sé que muchos (soy demasiado optimista con respecto al número de personas que leen mi blogg) seguireis pensando en la unión en términos sexuales, otros quizás hallais ido a un terreno mucho más profundo y espiritual, sin embargo os diré que todos acertais y todos estais equivocados. Yo de hablo de unión en un planteamiento mucho más amplio, cualquier tipo de acercamiento hacia un persona.
El sentimiento de necesidad, lo cosidero también en un sentido amplio de modo que podríamos decir, al menos así me lo enseñan en términos económicos (mis padres estarían orgullosos viendo que no ha sido un dinero del todo malgastado el de mi educación), que se trata de cualquier sentimiento de carencia o falta o por el contrario cualquier nueva apetencia o requerimiento.

Una vez explicado esto considero que hacer el amor es cualquier situación que te genere ganas de mantener o aumentar el nivel de acercamiento a esa persona o personas con las que estás compartiendo una situación o momento concreto.
Por ejemplo si salgo una noche y me encuentro con tres chicas que no conozco, me paro a hablar con ellas y nos hacemos reir mutuamente, lo pasamos bien y nos apetece seguir hablando, podría decir que esa noche he hecho el amor con tres desconocidas.

Por otro lado también podríamos sustituir hacer por generar y amor por cariño, por lo tanto cuando alguien hace algo que te hace tenerle algo más de apego, está haciéndote el amor y viceversa. Como ejemplo podría decir que si le hago un regalo sin mayor motivo a una persona que conozco seguramente le este haciendo el amor en ese momento (dicho así parece pagar por sexo ¿verdad?).

Esto sugiere algunas preguntas interesantes como: al conseguir algo por lo que llevo tiempo peleando que me haga sentir orgulloso de mi mismo, me estaría haciendo el amor a mi mismo, entonces ¿me estaría masturbando?
Desde luego lo que parece que está claro es que hacer el amor en grupo tiene que ser mucho más divertido, aunque a veces uno necesita hacerlo sólo (para mí siempre llevará tilde) con otra persona y a veces incluso él solo.

Lo que intento transmitir al fin y al cabo, es que todos hacemos el amor en todo momento, es algo que necesitamos y que disfrutamos profundamente.

En resumen, que quiero hacer el amor con todos y cada uno de vosotros.