Bienvenido ávido lector, te aventuras a entrar en un mundo que (me veo en la obligación de advertirte) puede sobrecogerte.
¨¡Bah, exageras!¨ pensarás y puede que no te falte razón, pero mi deber es transmitirte que estás a punto de cruzar el umbral de la cordura y la decencia para sumergirte en una dimensión en la que las reglas del juego que conoces no sirven.

Yo te acompañaré, si te decides a cruzar. Aunque no sé si eso debería tranquilizarte o alamarte más.
No correrás más peligro que el que tú decidas y no iremos más allá de lo que desees. Tu criterio será siempre el que marcará la frontera, pero has de ser cauto y no confiar ciegamente en él, pues puede que allá a donde te diriges se vea alterado sin saberlo.

Si te crees preparado has de saber que existe una norma para todo el que emprende ese viaje, es una regla clara y sencilla en su planteamiento, pero más difícil de cumplir de lo que parece: En cuanto pases de este punto has de ir con la mente abierta, no has de compartir nada de lo que veas salvo si es tu voluntad, como te he dicho tú decides, ni tan si quiera e pedimos que lo entiendas, sólo que lo respetes nada más.

¿Qué me dices? ¿Continuamos?

jueves, 16 de julio de 2009

Ahora que estoy muerto

Ahora que esto muerto… ahora que estoy muerto… qué decir… ahora que estoy muerto…

Ahora que estoy muerto puedo decir, sin miedo a sentirme mal, esas cosas que no dices porque se supone que hay que callar, porque no se ve adecuado, porque, aunque todos sentimos esas mismas sensaciones, no se debe compartir con los demás porque el mundo puede ser muy cruel cuando uno se muestra vulnerable.

Ahora que estoy muerto puedo quitarme la careta y el antifaz que llevo debajo y arrancarme de cuajo la piel de pega que recubre mi verdadera cara, que ya está tan oculta, que ni yo mismo recuerdo como es.

Ahora que estoy muerto puedo decidir que conversaciones no voy a tener y no tengo que hacer nada que no quiera. No tengo que aguantar porque sí, ni que callar porque no. No tendré que ir y venir por el pasillo de mi casa porque el tiempo es un cruel compañero de juegos.

Ahora que estoy muerto no tengo por qué agobiarme cada vez que me parezca que es tarde. No tengo porque irme para casa si no me apetece, no tengo porque levantarme si no me apetece.

Ahora que estoy muerto no haré las cosas para que los demás vean que las he hecho y tengan un mejor concepto de mí. Ya no tendré que llamar la atención intentando ser extravagante. Ya no tendré que darme publicidad, ni que engañar con artimañas.

Ahora que estoy muerto no me preocupará que ropa ponerme o que me dirá la gente cuando llegue a junto de ellos, con respecto a mi apariencia. Ya no pensaré si al quitarme la gorra se me queda el pelo hecho un asco, o sí debería afeitarme. Ya no pensaré si hoy me ha quedado mal arreglada la perilla o si mañana tengo que ir a comprarme una camiseta.

Ahora que estoy muerto no querré el mal de nadie, ni buscaré la desgracia de otros. No me importará si a alguien le va mejor que a mí. No sentiré envidia, ni querré la suerte de otros.

Ahora que estoy muerto no dejaré cosas sin acabar, no me preocupará que el tiempo pase y todo siga igual, no tendré prisa y no pisotearé a nadie para llegar a donde quiero.

Ahora que estoy muerto no vagaré apático por las calles de mi pequeño pueblo buscando una razón que haga de cada día algo especial, ya no necesitaré que en todo momento pase algo para poder sentirme feliz. No me cansaré de cada nueva posibilidad que me ofrece el mundo, ni buscaré, inconscientemente, disculpas para no intentar las cosas, sólo porque tengo miedo a fracasar.

Ahora que estoy muerto no creeré que seguir siendo más o menos infeliz me vale. No buscaré una solución cutre, para poder llevar una vida cutre. No me regodearé en mi tristeza y asumiré que si un día estoy mal no pasa nada, es lo que hay, el ser humano está mal a veces.

Ahora que estoy muerto no echaré de menos nada de esto y eso es tan triste que por eso mismo elijo estar muerto…
Ahora que estoy muerto entiendo que la muerte es el final del camino y veo que yo me he quedado parado en la salida esperando a que alguien me dijera que ya podía empezar.






Ahora que estoy muerto, sé que no hay vida después de la muerte, que con la muerte se acaba todo y que cuando todo se acaba sólo quedan los momentos en los que has sido feliz. Ahora que estoy muerto sé que no he sabido vivir… Ahora que estoy muerto sé que he estado muerto toda mi vida…

viernes, 3 de julio de 2009

El móvil que soñaba con un vaso de leche y un dueño narcoléptico

Todo empezó una noche de sábado, todo empezó con un ¨me voy para casa¨, todo empezó como empiezan todas las grandes historias, en el momento en que el narrador decide (casi siempre de forma equivocada, a veces incluso voluntariamente) que ahí fue el punto clave en que todo dio un giro, por desgracia, esto es lo único en común que tiene este relato con una gran historia. Lo realmente importante es que fue algo que sucedió de verdad, algo que me ocurrió a mi hace un par de fines de semana y que me hizo pensar que soy una persona… cuando menos original.

Como decía, cuando Antonio dijo ¨me voy para casa¨ y yo contesté ¨yo también¨, ambos estábamos sentados en un portal de una calle desde el cual observábamos como el ritmo de la noche no parecía concordar con nuestro elevado nivel de cansancio. Allí permanecimos durante un largo rato mientras de vez en cuando alguien se acercaba a darnos conversación ayudando a nuestra pereza a mantenernos allí sentados mientras el sueño iba, poco a poco, calando cada vez más hondo en nuestro estado de ánimo y en nuestro estado de ensoñación.
Así pues cuando ya llevábamos una hora allí sentados cada vez más y más cansados Noe actuó de catalizador diciéndole a Antonio si se iban, este se decidió y, como si de un castillo de naipes se tratase, mis ganas de aguantar se desmoronaron al quitarme a Antonio, que por lo visto era una carta clave en mi pequeño palacete. Por lo tanto me hice acopio de todas mis fuerzas y estiré la mano para que me ayudarán a levantarme, después respiré hondo y emprendí el camino a casa con un caminar dudoso, seguramente producido porque me iba durmiendo un poco más a cada paso que daba.

Un vez llegué a casa mi cabeza ya bandeaba de un lado a otro cual péndulo, pero en lugar de irme para cama una idea surcó mi cerebro: ¨¿por qué no tomarme un Donuts?¨, y claro la reacción irremediable fue abrir la puerta de la nevera. Tras haber deliberado un poco decidí proporcionar un nuevo y confortable hogar a dos donuts y a un vaso de leche.
Durante la ejecución de los elementos de bollería industrial, mantuve una dura pelea con el sueño hasta que, cuando estaba a un trozo de acabarme el segundo donut, me golpeó con un directo de derechas y me dejó noqueado durante unos segundos.
Cuando empezaba a salir de mi estado de ensoñación, abrí fugazmente los ojos y aunque no pude concretar bien ninguna imagen demasiado claramente, vi algo que me extrañó, algo que no tenía sentido y por lo tanto pensé ¨no seas gilipollas, ¿cómo vas a estar metiendo el móvil en la leche?¨ Tras esa estúpida sensación en la que le daba un curioso baño a mi teléfono, decidí reabrir los ojos y cuál fue mi sorpresa al ver que efectivamente estaba sumergiendo mi móvil en la leche, arriba y abajo, como quien moja una magdalena.
Pues sí, así fue que tras comprobar este hecho, lejos de preocuparme por el estado de mi móvil, lo lancé sobre la mesa y me afané en buscar el trozo de donuts que yo recordaba haber tenido en la mano, no lo encontré así que me quedé un buen rato deprimido con el pensamiento ¨mierda, me tomé el último trozo de donuts y no lo disfruté¨. Tras un minuto conseguí reponerme del disgusto y decidí comprobar que mi móvil, el cual chorreaba leche por todos lados, estaba aún vivo. Sorprendentemente estaba en perfecto estado salvo que un poco más húmedo de lo habitual, así que me decidí a limpiarlo y a día de hoy, a pesar de haber sufrido una traumática experiencia, está igual pero siempre pero algo más pegajoso.

Me pareció una historia lo suficientemente curiosa como para comentarla, pensé que podría haceros gracia. Prefiero no pensar en que seguí comiendo mientras estaba dormido, lo cual podría haber propiciado que me atragantara y me muriera, pero bueno son cosas que pasan, si el último superviviente como ojos de ñu, no creo que yo me muera por un trocito de donuts. En fin….

Un saludo a todos, besos y abrazos para quien quiera recibirlos y, como siempre, sed felices ;)